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3 de marzo de 2010

Almuerzo de Vigilia

El pasado sábado celebramos por primera vez un Almuerzo de Vigilia. Fue en la Casa Hermandad de la Cofradía del Rocio.

Antes de comenzar el Almuerzo, el Hermano Mayor de esta querida Cofradía (Hermanada con Fusionadas desde hace años), nos acompañó por todas las dependencias de la Casa Hermandad, lo cual desde esta Mayordomía agradecemos especialmente.




Antes de comenzar el Almuerzo, nuestro querido hermano D. José Espejo, nos ofreció una preciosa reflexión, que adjuntamos a continuación.
Espérame Señor, que me voy contigo
Un día ya lejano, que nos dicen nuestros padres y que nosotros no recordamos, fuimos bautizados con gran alegría familiar, pompas y regocijo. Feliz día.
Es el día mas importante de nuestra vida, porque el Señor nos eligió para que fuéramos hijos suyos en el amor. Fuimos elegidos para ser hijos de Dios, por su gracia, porque quiso, no nosotros y ni nuestros padres.
Se nos borraron nuestros pecados, si de párvulos pocos, de adultos todos aunque hubiésemos sido más malos que Caín por aquella agua regeneradora y por su gracia. Fuimos declarados hombres nuevos.
En los primeros cristianos el bautizo se celebraba cuando eran mayores de edad. Los catecúmenos recibían el sacramento en la Noche Pascual vestidos de blanco y normalmente por inmersión. Era el día en que renunciaban al hombre viejo, apegado a los placeres de la carne, al mundo del poder y a las maldades del demonio.
La conversión para todo cristiano es el acto de volverse hacia Cristo, nuestro Señor, y responder a la pregunta del Salvador ¿Quieres Seguirme?
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A partir de ese momento, durísimo momento, seguir e por amor, de forma incondicional, sin ponerle pegas ni condiciones.
Ese día si es el día más feliz de tu vida. Acuérdate de lo que te digo ahora.
San Pablo cuando cae derribado por la luz del Señor en el camino de Damasco, cambia radicalmente de perseguidor acérrimo de los cristianos a propagador incansable de Cristo.
Más tarde dirá que todo lo que hizo antes "es perdida y basura" en comparación del tesoro encontrado en su caída. Cristo. En ese día tuvo una transformación, un cambio de perspectiva en su vida.
¿Qué pasó? Cristo resucitado se le presentó como una luz esplendida, se dirige a Pablo y transforma su pensamiento y su vida. Lo deja ciego y le hace ver que es ciego interior y exteriormente ante Cristo que es la luz.
Le pregunta ¿Saulo porque me persigues? Analicen os ésta pregunta porque, no pregunta el Señor, porque persigues a los cristianos, sino porque e persigues a Él. Cristo.
Esto quiere decir que nosotros, si somos sus verdaderos seguidores, somos como Cristo, Porque estamos revestidos con el traje de su gracia, ganada en la cruz para nosotros por amor.
Esa gracia nos es dada gratuitamente para que seamos hijos de Dios a diario, en la penitencia, en la comunión, en todos los sacramentos.
Desde entonces Pablo se hace otro Cristo, el hombre perfecto, en el sufrir, en el ejemplo, en el amor hacia Cristo y hacia sus hermanos. Eso es la conversión, cambiar la vida y ponerse como meta la unión con Cristo, ser otro Cristo.
El Señor no nos cambia la personalidad, sí convertidos cometemos faltas y caemos hemos de levantarnos al instante, acto de contrición y a confesarse, pues en el alma vale más un instante en gracia de Dios que una eternidad en pecado. El Señor que te conoce interiormente te amará .
Mucho más a partir de entonces y tendrás en Cristo un defensor, un amigo que siempre estará contigo.
Amar a Cristo implica, sufrir, ir a misa los domingos participar de la mesa del Señor, amar de verdad a los hermanos como tu te amas, rezar y pedir y entregar tu corazón a Cristo, pero un corazón que lata por El, que sienta por El, no un corazón muerto. Por encima de Él nada.
Y entonces serás LIBRE, porque Cristo te protege como a un hijo tuyo le proteges tú.
Y entonces serás FELIZ, porque no estás solo, el va contigo caminando siempre a tu lado y veras las cosas que te ocurren cada día, que muchas de ellas son milagros.
Ser cristiano equivale a ser feliz, y tendrás tanta paz que cuando te duermas te sentirás el cordero abrazado por El Buen Pastor, Tu Cristo, mi Cristo de Animas de Ciegos.
Que ni mar, ni cielo ni tierra puedan cambiar tu rumbo, Tu rumbo y tu meta es Cristo, nuestro Cristo de Animas de Ciegos.
Pongámonos de pie, unamos nuestras manos y digamos por nuestros hermanos y familiares muy despacio la oración que el Señor nos enseñó. Padre nuestro .....

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